Doña Mencía es ese pueblo donde las huellas de las culturas más antiguas están presentes en su museo, yacimientos arqueológicos y calles. En el antiguo barrio medieval encontraremos enclavado el Castillo que reconstruido por Alvar Pérez de Castro, capitán de Fernando III, le otorgó el nombre de su esposa, Doña Mencía López de Haro. En este lugar también hallaremos las ruinas de la vieja iglesia que se remonta a 1737 y fuera destruida por un incendio en 1933 (la fortaleza medieval está integrada en el casco urbano). En las mazmorras de este castillo estuvo prisionero -según cuenta la leyenda- el Gran Capitán, cuando tan sólo contaba con dieciséis años.
Pero la localidad sin duda alguna es tierra de afamados vinos, presentados bajo la denominación montilla-Moriles. De los caldos mencianos dijo Azorín que «todos son insuperables, siendo admirables por su aroma, limpidez y sabor».
En un paseo por la población visitaremos su Museo Histórico, Arqueológico y Etnográfico y la Ermita del Calvario, que regala una buena panorámica. Desde un punto de vista arqueológico destacamos los yacimientos de la «Oreja de Mula», a cuyos pies transitaba una calzada romana, y el Laderón, en el que fue encontrada una tumba de la Edad del Bronce.
Su estación de ferrocarril, hoy convertida en restaurante, fue parada del histórico tren del aceite, que durante años sirvió de enlace industrial y tanta repercusión tuvo en la comarca de la Subbética, existiendo en la actualidad varios proyectos turísticos en torno a él.